CAPÍTULO III
Si bien Rojo fue un hombre de enorme dimensiones, su único hijo, Doni Rojo fue dos veces más grande que él, alto, gigante, con fuerza de 5 hombres y con la furia de 2 toros, aunque no heredó la inteligencia y sabiduría de su padre, quien sí siempre se destacó por su amplias capacidades cognitivas, de estrategias y de pensamientos. Doni Rojo tenía la capacidad de un guerrero, de un gran guerrero, y en la comarca nadie podía con él, incluso enfrentó una vez a 10 hombres, grandes y fuertes, hábiles en la lucha, pero no pudieron contra él. Doni Rojo se encontró cuando regresaba de la búsqueda de asilados, con un pequeño conglomerado de hombres del rey Alobio, unos 3 en caballos y otros 10 o 12 de a pie, todos del ejército quienes de inmediato lo altearon y le exigieron que entregue a los sobrevivientes que con él caminaban de regreso. Estaba claro que Doni Rojo no les entregaría nada y en un zarpazo, antes siquiera que dichos hombres se dieran en cuenta de lo que acontecía,
Doni Rojo mató a los 3 que iban sobre los caballos y en otra garrada a los restantes 10, quedándose con sus animales, sus armas y todo lo que poseían. Los asilados lo miraron estupefactos y pensaron que por primera vez en sus vidas estaban realmente seguros.
Ni bien había cumplido 13 años Doni Rojo ya tenía el cuerpo y las ganas de un adulto. Bien alimentado por su madre, y de un crecimiento extraordinario, empezó trabajaba al ritmo de su padre y superaba ampliamente a los demás. Fue así, que un día decidió conocer también a una dama, pero estaba en boga el decreto emitido por su padre que le impedía tener hijos con varias mujeres, cuestión que en principio ni entendió bien, ni tampoco pensaba mucho en ello, pues su corazón de un momento a otro se inclinó drástica y únicamente hacia la dirección de una doncella, hermosa, bella, de tan solo unos años mayor que él, pero como toda una mujer, le impactó al punto de enloquecerlo.
Doni Rojo no dudó y encaró a la joven quien le aceptó inmediatamente, por lo que nos meses después contrajeron nupcias. Esa misma noche el joven de tan solo 13 años de edad quería desvirgar a la joven, quien al verlo desnudo, con semejante apofis, tuvo mucho temor y se negó al mismo, quien no insistió entendió bien la situación, por lo que la tomó entre brazos y la llevó lejos del pueblo, en cercanías al río, en prado hermoso donde estuvieron tres días, con sus respectivas noches, donde Doni Rojo enamoró perdidamente a la joven y en la cuarta noche ella, deseándolo de un modo casi animal, fue penetrada por ese tremendo cuerpo del amor. Se sintió desvanecerse, no por dolor, sino por el placer. Era claro que ese muchacho, con el torso enorme y sus brazos gigantes la hicieron elevarse a un alto grado de placer y deseo, y finalmente cuando que él le introdujo una enorme parte de su cuerpo, ella lo disfrutó más que todo lo que había gozado en su vida, y durante esa noche no pararon, y una y otra vez ella lo aprovechaba mejor. Él la observaba, hermosa y radiante, con esas enormes tetas, la cabellera larga y su piel blanca y dorada. Ella lo contemplaba, ese joven hombre tenía una trozo de cuello más grueso que una tora de madera, esos brazos gigantes y por sobre todo, una sencillez, amabilidad y personalidad única, propia de un digno heredero al trono. Perdida en ese encanto, pronto ella concibió a su primer hijo, y luego a otro, y otra, y finalmente, el cuarto, que lo llamaron Reni. El primero, desde pequeño muy inteligente pero sin la fortaleza del padre, más parecido al abuelo Rojo, se llamó Resoler. El segundo, mucho más pequeño pero fortachón, lo llamaron Ramseli, y la niña, se llamó Riasla, también fortachona, guerrera, muy grande en estatura. El último Reni, pequeño y muy hermoso de rostro, no tenía parecido alguno a su padre en la fortaleza y en el tamaño, ni a la madre. Reni tenía la apariencia del abuelo Rojo, pero menos que Resoler.
El abuelo Rojo también por mucho procuró tener más hijos con la madre de Doni. En muchas ocasiones pasaba semanas enteras con su esposa ejercitando el arte del amor, una y otra vez, dado que era un hombre muy viril y su esposa muy hermosa, lo aguardaba siempre en paños menores, semidesnuda, pues le gustaba que su esposo la tome, procurándole el mayor placer y deseando poder darle más hijos, pero eso fue una tarea imposible. Todo lo bueno que experimentaban, el placer inigualable de la penetración de noches enteras con éxtasis al amanecer terminaba solamente en eso, pues el fruto de esa pasión animal no venía resultados. Ella varias veces le pidió que se llegara a otra mujer, pero él se negó y contaba con orgullo que su hijo, su único retoño era más de lo que él podía imaginarse y esperar. Además contaba como parte de toda su familia a esa comarca que se agrandaba a pasos agigantados, quienes al final de cuentas también eran su responsabilidad y debía protegerlos del ataque enemigo, principalmente del rey malvado.
Doni Rojo no tuvo otros hijos, no tuvo otras esposas ni tampoco nunca tuvo relaciones con otras mujeres que no sea su esposa. Mantuvo firme el decreto de su padre, hasta el final de sus días.
No olvides registrarte en:
VOTAPUBLICA.COM
En Facebook: https://www.facebook.com/votapublica
No hay comentarios.:
Publicar un comentario